Un aliento,
un engastado artÃculo de fe
en nuestro bajón, efigie que arrincono en el borde de unos labios, hambre que no sabe de yerros somáticos durante el sueño de benjuà como un augurio singular
de la lengua.
* Danzamos a los costados, orillas despobladas que nos florecen en la pupila, planta trepadora.
La tilde incierta de las catarinas sabe que la maleza es un placer a deshoras